No recuerdo con exactitud cuándo
sucedió lo que voy a contar, solamente recuerdo que había ido a visitar a unos
amigos a los que muy pocas veces tenía el gusto de ver, más que nada por la
gran distancia que había entre el lugar en el que ellos vivían y el mío. Por
esto es que, al vernos, pasábamos el día entero recordando las anécdotas que
tuvimos la suerte de vivir en otros tiempos. Por lo regular nuestra plática se
extendía hasta la madrugada y aquella vez no fue la excepción.
Tras despedirme de mis amigos
comencé a caminar por las solitarias calles en dirección a mi casa, sin embargo
después de apenas unos minutos, vi a una hermosa joven que caminaba en sentido
opuesto al mío, lo cual me pareció muy extraño debido a la hora. En el momento
en el que ella pasó junto a mí, no fui capaz de resistirme a hablarle, y usé
como pretexto el hecho de que yo no conocía bien esos lugares. En este punto
tengo que decir que aunque sé perfectamente que esto era una tontería, la
belleza de la joven me cautivó tanto que hubiera hecho cualquier cosa con tal
de conocerla. Ella respondió amablemente la pregunta que le hice, así que me
atreví a preguntarle su nombre y ella me dijo que se llamaba Elizabeth.
Entonces le pregunté qué hacía afuera de su casa a esas horas, ella respondió
que no quería sentirse "atrapada" en ese lugar por ahora. Al ver la
profunda tristeza en su bello rostro al decir estas palabras, no quise insistir
más con el tema, pues no quería molestar a la mujer más bonita que yo había
visto en toda mi vida. De la forma más educada posible, le pregunté si había un
lugar en el que pudiéramos platicar tranquilamente, Elizabeth me dijo que a
tres cuadras de donde estábamos, se encontraba un pequeño parque al que ella
solía ir para pensar mejor las cosas.
Una vez en el parque Elizabeth
quiso compartir conmigo aquello que le molestaba, lo cual era la obstinación
que tenía su madre en tratar de hacerla más sociable y extrovertida, cosa que a
Elizabeth no le agradaba en lo más mínimo pues su carácter era introvertido por
naturaleza, y de hecho ella me contó que nunca se había llevado bien con
ninguna persona, por lo menos no hasta ese momento. Al oír esto, y sin dejar de
verla a los ojos la rodeé con uno de mis brazos y la abracé fuertemente. De
esta manera me di cuenta que ella estaba heladísima, sin importar la ropa de
estilo conservador (pero elegante) que llevaba. Entonces le ofrecí mi chamarra,
la misma que alguna vez me había prometido a mí mismo, que solamente "mi
chica" podría usar.
Después de un rato hablando de varias
cosas, me ofrecí a llevarla a su casa e insistí en quedarme afuera de ésta,
hasta que ella entrara por la puerta. Elizabeth me dijo que si sus padres me
veían cuando ella abriera la puerta, iba a tener muchos problemas, así que me
pidió por favor que me marchara antes de entrar. Aunque no me agradaba nada la
idea de dejarla sola ni por un segundo, acepté de mala gana su petición, pues
no quería que Elizabeth tuviera algún problema por culpa mía. Antes de partir
del lugar Elizabeth me preguntó que si era posible volver a vernos, yo le dije
que podía ser cuando ella quisiera, mañana mismo si no tenía ningún
inconveniente. Entonces ella sonrió y me dijo que le parecía perfecto vernos
mañana, y añadió que era una promesa y que no la olvidará.
Al otro día fui desde temprano
con mis amigos para reclamarles por qué motivo no me habían dicho nada acerca
de una joven tan dulce y bonita como Elizabeth. Cuando dije esto mis amigos se
estremecieron súbitamente, como si hubiera dicho algo inapropiado. Uno de ellos
me respondió que no conocían a nadie con ese nombre. Sin embargo debido a que
la casa de Elizabeth estaba apenas a una cuadra de distancia, y a la reacción
que tuvieron cuando mencioné el nombre de Elizabeth, en un principio me pareció
una mentira lo dicho por mi amigo, y para ser honesto llegué a pensar que si
negaba conocerla, era porque él o alguien más tenía algún tipo de interés en
Elizabeth, en mi Elizabeth. Pero como después de tantos años mi amigo conocía
todos los problemas que he tenido y causado por culpa de los celos, me dijo en
un tono muy serio, que ellos realmente no conocían a ninguna joven con ese
nombre, no al menos con vida...
Lo que mis amigos me contaron en
aquel momento me obligó a preguntarle a un gran número de personas que vivían
por los alrededores, que era lo que sabían acerca de Elizabeth, y para mi
sorpresa y decepción todos me dijeron lo mismo que mis amigos: que ella había
sido una hermosa y solitaria joven, que un día sorpresivamente le quitó la vida
a sus padres a causa de la necedad e insistencia de su madre por tratar de forzarla a hacer amigos, a pesar de las negativas de Elizabeth. La cual después de haber asesinado a sus padres tomó varios medicamentos que la hicieron caer en un sueño del que ya no despertó.
Incluso después de oír esta
horrible historia de varias personas distintas, aún me negaba a creer que la
Elizabeth que había conocido una noche antes hubiera sido capaz de hacer algo
así. Ni que decir del hecho de que ella ya no era parte de este mundo. Para
terminar con mis dudas le pedí a mis amigos que me llevaran a la tumba de
Elizabeth. Dentro del cementerio la única esperanza que tenía, que todo fuera
una mentira y nada más, se hizo pedazos al estar frente a su sepulcro. En ese
instante les dije a mis amigos que me acompañaran a mi casa pues no soportaba
estar más tiempo en aquel lugar tan lúgubre.
Por la noche de ese mismo día
empezaron a ocurrir extraños sucesos en mi casa: objetos que se caían de su
lugar sin motivo aparente, puertas que se cerraban de forma violenta, a pesar
de que no acostumbro a dejar abiertas las ventanas de mi casa, y algunas otras
cosas fuera de lo normal. Con el pasar de los días, este tipo de
manifestaciones han ido incrementándose tanto en intensidad, como en rareza.
Por ejemplo: la otra vez creí ver la silueta de Elizabeth caminando dentro del
espejo que tengo en mi habitación, pero al observar detenidamente el espejo por
algunos minutos no volví a ver nada extraño. Sin embargo, esta no ha sido la
única vez que he visto a Elizabeth, hace apenas cinco noches estaba dormido de
forma normal, cuando de la nada sentí que alguien me veía desde afuera de mi
ventana, lo cual me hizo despertar y voltear a ver hacia esta, fue de este modo
que logré ver una sombra de aspecto femenino que desapareció casi de inmediato,
sin importar que mi habitación se encuentra en el segundo piso y la ventana da
hacia la calle.
Por estas razones es que ahora
escribo esto, pues quiero que se conozca la historia de Elizabeth, quien se
debe de sentir traicionada porque yo no cumplí con nuestra promesa de ir al
parque al día siguiente de habernos conocido. Admito que en un principio tuve
miedo, de ir con ella, pero ahora he dejado de ser débil y he aceptado mi
destino, así que no voy a tratar de escapar de ella, al contrario, me he dado
cuenta que la vida sin Elizabeth no tiene ningún sentido.
Sé que ella no tarda en llegar,
pues desde hace unos momentos la temperatura bajó repentinamente, además me
pareció escuchar unos pasos cerca de la puerta de la entrada, la cual se encuentra
totalmente cerrada con llave.
La espera ha terminado, estas son
las últimas palabras que escribo, pues estoy seguro que ella se encuentra ahora
mismo a mis espaldas, es momento que cumpla mi promesa...
Escrito por Alejandro Vega
Camarena
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