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Mi vida como santo padre es muy difícil. Pasar horas a la semana haciendo misa sin recibir un solo centavo a cambio. Pero lo peor es oír las confesiones de todos estos pecadores que a veces me da vergüenza llamarlos hermanos. Hay veces que me dan ganas de renunciar y dejar todo esto, casarme, tener hijos. Pero ya di mi voto de celibato por Dios y lo cumpliré sin importar que.

 Lo único que quisiera fuera que los que se confiesan no hicieran mi trabajo más difícil de lo que ya es. He oído cosas de asesinos, ladrones, violadores, etc. Por desgracia, lo único que puedo hacer es decirles: "tus pecados son perdonados". Ni policía ni nada. Y para el colmo, sé que ellos eventualmente volverán a hacer lo mismo.

Sin embargo, un día algo raro que cambió mi vida ocurrió. Era un día de sábado. Había empezado mi servicio cuando oí a una persona entrar. Empezó todo el proceso. Padre perdóname por todos mis pecados y bla, bla, bla. He faltado 3 misas, he pensado en hacerle infiel a mi esposa... Cuando acabo, ya estaba quedándome dormido. Hice toda la rutina, Dios te perdona y así. Así pasaron 3 tipos con basura que me hizo pensar si ellos se sienten realmente mal o solo están aburridos y vienen a pasar un rato aquí.

Ya cuando mi servicio se iba a acabar, oigo a un tipo decir: Perdóname padre porque he pecado. Mi última confesión fue hace 15 meses.

Genial. Lo que me faltaba. Todo ese rato oyendo tanta basura. Sin embargo, curiosamente no lo había oído entrar. Comenzó a decir: He faltado 60 misas (la 24ta. mayor cantidad que he oído), le he sido infiel a mi esposa, he golpeado duramente a mis hijos y... Oigo que llora. Odio eso. Me dan ganas de decirle "deja el maldito llanto", pero en lugar dije:

Para de llorar hijo… ¿Qué hiciste?

Disparé a mis hijos y después me ahorqué.

Mis ojos se abrieron… ¿Qué clase de broma es esta Dios me puede perdonar, padre?

Mi ira se desató. No me importaba nada. Salí de mi caseta y entré a la de él. Al entrar, mis huesos se helaron, al ver a un hombre llorando, con la cara hinchada y algo azulada, pero lo peor fue apreciar claramente la marca de la soga en su cuello y como al verme se desvanecía en el aire. Salí lo más rápido que pude.

Esa fue la gota que derramo el vaso, Renuncié como padre. Eso fue hace 2 meses. Entonces, por primera vez, sintió compasión por esa alma. Ahora, no como padre, puedo finalmente decir: “Tus pecados son perdonados”.


Escrito por Fabghost

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